Por razones a menudo ajenas a mi voluntad, a veces me toca almorzar ‘en la calle’ entre semana (actividad reservo para los viernes con un grupo de amigos), y por cuestiones de comodidad, cuando eso sucede, me toca ir al C.C. Arca porque es el que más cerca me queda del trabajo. Anteriormente mi opción fija en la Feria de Comidas de ese Centro Comercial era Subway, una que otra vez Pollo Graduado o Burguer Express (a.k.a. Burguer Vargas), descartados de plano Mashka y sus esperas interminables y los demás locales con ‘menú ejecutivo’.

Hace poco más de un mes cerraron Burguer Express y en su lugar abrieron un Racing Gourmet, sitio que me encanta (al menos el del Sambil) porque es uno de esos lugares donde te sirves cuanto quieres, pagas según el peso y tiene esa sazón y presentación ‘casera’ que no me hace extrañar tanto la comida de mi madre cuando no puedo llevarla.

Primer día que voy al lugar, hago la ronda de costumbre, me sirvo lo que quiero y cuando me toca pedir bebida la chica del mostrador me acota que no tienen vasos ‘para llevar’ (no tienen tapitas pues), pienso que como están empezando se les pasa y le digo que no importa porque yo no iba muy lejos. Pago y me voy. La comida bien, como siempre.

Un par de semanas después vuelvo, repito el circuito y sigue el cuento: No tienen vasos para llevar (ya es como para que aprendieran a tener esta opción a la mano), lo dejo pasar de nuevo. El problema se da cuando me toca pagar: La chica de la caja, con su actitud de ‘que fastidio estar aquí atendiendo a esta gente’, me indica «Son 25,20»… Acto seguido le paso 27 Bs. porque con toda sinceridad no tenía monedas a la mano (es decir, no tenía los 0,20); luego se da el toma-y-dame de rigor:

«No tiene más sencillo? No tiene los 0,20?»

«No, me disculpa pero de verdad no tengo»

«Pues yo no tengo nada de monedas para darle vuelto» (Y con la mirada me decía «Resuelva usted»)

–> (Inserte mi expresión de «Y?» aquí) <–

Ella abre la caja y registra cada compartimento hasta que consigue algunas monedas, las va tirando de la forma más grosera contra el mostrador y logra contar 0,80… pero le seguía faltando 1

«Me falta 1 bolívar» decía

–> (De nuevo, inserte mi expresión de «Y?» aquí) <–

A todas estas, la cola de gente seguía estancada porque obviamente yo no me movía y la tipa no resolvía tampoco.

Finalmente su compinche de caja se compadece de ella y le entrega un paquetico de monedas, que precisamente sumaba el bolívar que le faltaba. Me voy… con la intención de no volver en mucho tiempo y retomar mi hábito de comer en Subway.

Será que los establecimientos de este tipo aprenderán alguna vez? Será que se pueden organizar y ANTES de abrir caja se acerquen a un banco a conseguir algo de cambio para evitar estas escenas?? Será que algún día tendrán vasos con tapita para llevar??? ¬_¬

Lo más irónico del asunto es que junto a la caja había otra caja (literalmente) forrada de Navidad y con la leyenda ‘Gracias por su aguinaldo’… sinceramente, si la actitud de la tipa hubiese sido otra, una actitud realmente ATENTA y decente yo no hubiese tenido problema en decirle «Déjalo así y cuando tengas cambio lo metes en la cajita de los aguinaldos», pero lamentablemente no se los ganó ni como limosna.